domingo, 16 de enero de 2011

Grigori Perelman un genio matemático y además un hombre profundamente ascético y espiritual.


El matemático ruso Grigori Perelman, el mayor genio vivo de las matemáticas, ha sido esperado en vano en París. El Instituto Clay de Matemáticas iba a entregarle una estatuilla y un premio de un millón de dólares como reconocimiento por haber sido capaz de resolver la conjetura de Poincaré, uno de los siete Problemas del Milenio. Sin embargo, Perelman, no se ha presentado, según informa la agencia rusa RIA Novosti.

Pese a la ausencia de Perelman, sí se le realizó un homenaje por el Instituto Henri Poincaré, con un ciclo de conferencias de tres días íntegramente dedicado a Perelman. “Anunciamos que el premio se adjudica al señor Perelman. Muchos matemáticos le rindieron tributo, señalaron que su obra marca el fin de una época y el comienzo de una nueva”, dijo James Carlson, director del Instituto Clay, a la agencia rusa RIA Novosti.

Al premio monetario se adjuntan dos estatuillas. Una quedará en París hasta que Perelman desee recogerla. Y otra fue entregada a Francois Poincaré, nieto del matemático Henri Poincaré, pero permanecerá en el instituto parisiense que lleva el nombre de Henri Poincaré. El director del Instituto Clay no se explica por qué el científico ruso menosprecia las actividades que se organizan en su honor. “Es su decisión y la respetamos“, se limitó a señalar.

La conjetura que ha resuelto el genio ruso fue formulada por el matemático francés Henri Poincaré en 1904. Grigori Perelman publicó por primera vez en 2002 una obra dedicada a la hipótesis de William Thurston, de la que se desprende lo correcto de la Conjetura de Poincaré. En 2006, Perelman recibió la medalla Fields por la resolución de ese problema matemático, pero entonces también se negó a aceptarla.

El matemático se niega rotundamente a tratar con la prensa e intervenir en público. Vive prácticamente en la miseria, de la pequeña pensión de su madre -a la que cuida, y de lo que gana dando clases particulares de matemáticas.


El genial matemático ruso ya rechazó, en 2006, recoger la Medalla Fields, un reconocimiento considerado el Nobel de las Matemáticas y dotado con 10.000 dólares. Aquella edición de los Fields se celebró en Madrid y los premios fueron entregados por el propio Rey Don Juan Carlos. Perelman aseguró entonces no estar interesado ni en el galardón ni en el dinero.

Y el pasado marzo, cuando el Instituto Clay decidió adjudicarle el premio de un millón de dólares por su logro, Grigori Perelman se limitó a decir a los periodistas, a través de la puerta cerrada de su diminuto apartamento de San Petersburgo, donde vive con su madre, que “lo tiene todo y no necesita dinero”. Algo que, según sus propios vecinos, dista mucho de ser cierto, ya que Perelman vive prácticamente en la miseria, de la pequeña pensión de su madre y de lo que gana dando clases particulares de matemáticas. El Premio del Milenio instituido por la Fundación Clay se convirtió, de esta forma, en el segundo galardón a la resolución de la conjetura de Poincaré que rechaza Perelman.

Fue en el año 2000 cuando la prestigiosa institución norteamericana decidió premiar con un millón de dólares a quienes consiguieran resolver los siete grandes problemas matemáticos a los que se enfrentan los científicos. De los siete, sólo uno, la conjetura de Poincaré, ha sido resuelto. Y el hombre que lo ha conseguido ha rechazado hasta ahora el premio.

Mientras, Perelman, que asegura haberse retirado de las matemáticas para no convertirse en un “mono de feria”, estaría, según David, uno de sus mejores amigos, trabajando duramente en otro desafío, la demostración matemática de la existencia de Dios. “Somos amigos desde niños -asegura David a Pravda- y él es un hombre profundamente ascético y espiritual. Su apartamento está profusamente decorado con iconos. Él lleva barba y grandes crucifijos, y tiene siempre un rosario en el bolsillo. Reza cada noche y está convencido de haber logrado probar la existencia de Dios”. Si realmente ha hecho tal cosa, y la publica en internet (como hizo con la conjetura de Poincaré, una cuestión que llevaba 109 años abierta), habrá que ir pensando en nuevos premios para este asceta huraño y de mente privilegiada. Quién sabe, puede que si eso sucede empiece a dejarse ver y abandone de una vez su retiro y su silencio.

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